Sensación similar se produce en la mayoría de arandinos cuando suben hacia la ermita de su patrona, situada a las afueras de la localidad, muy cerca del terreno donde antiguamente estaban situadas la mayoría de los viñedos. Desde el centro del municipio, se convierte en un hermoso paseo de más o menos, quince minutos donde todo tipo de pensamientos pueden fluir por tu cabeza. Por otro lado, también puedes escoger por la opción de subir en coche, pero no tendrá nada que ver. Es mucho mejor aprovechar un día de primavera donde el sol te acompaña todo el camino y el ambiente ya comienza a oler a verano. Bajo el cielo azul el tiempo parece pasar lentamente, los pájaros entonan sus primeros gorjeos y la brisa te sugiere paz y tranquilidad. Multitud de aromas se aglutinan según vas llegando a la ermita indicando que el maravilloso paseo llega a su final. “La margarita preciosa”, que es cómo de forma cariñosa y delicada, Don Aniceto de la Cruz González, preeminente de la villa arandina se refería a la Patrona, está más cerca que nunca.
La explanada se presenta inmensa a tus pies, las flores, los árboles y el césped crean poesía. Y en lo más alto el santuario, una construcción del siglo XVII, que alberga a la Patrona de la localidad. La respetada y querida Virgen de las Viñas, aparecerá tras subir unas escaleras y cruzar un robusto portón de madera. El sentimiento para los arandinos va en aumento. Un paso más y el camino habrá concluido, ahora es tiempo para la solemnidad con la que se caracterizan las visitas religiosas a la patrona. En el más riguroso silencio, los arandinos muestran el respeto que la procesan y durante el tiempo que consideren oportuno permanecerán en oración, bien sea contando a la Virgen sus problemas o hablando sobre sus más simples quehaceres diarios. La Virgen de las Viñas nos regala su mejor sonrisa para que de este modo, todo el mundo que se haya acercado a admirarla, no logre olvidar su nombre ni el momento en el cuál la conoció.
Enigma
Aparte de todo lo relacionado con el sentimiento que, los arandinos y muchas más personas, procesan a la patrona, hay que señalar que siempre ha estado relacionada con conceptos como “leyenda” y “misterio”. Muchos son los mitos que, a lo largo de los años, se han conocido sobre ella, bien sea en cuanto a su aparición o en cuanto a los milagros que ha obrado entre la población arandina. Ante esto, controversia. En los tiempos actuales estos milagros se ven de manera poco probable y casi imposible, no se concibe la idea de que, una talla de madera, pueda sanar y devolver a la vida. Pero tiempo atrás, se aferraban a todo y estaban plenamente convencidos de que la Santa Patrona era la que protegía a todos de calamidades como la muerte, la enfermedad, la peste o las malas cosechas.
Desde el primer momento, tras la aparición, la intención del municipio consistía en levantar la ermita solicitada donde dar culto a la imagen milagrosamente hallada, que también se tomará como protectora y patrona de la villa. El lugar elegido, posiblemente es el de la aparición o muy cercano a él, así que transcurrido un corto tiempo, se traslada la imagen a la nueva ermita emplazada en un altozano que dista del centro urbano como kilómetro y medio. Con el tiempo, como podemos apreciar, la zona se ha ido transformando en una hermosa explanada que será el perfecto mirador que sirve a la Virgen para contemplar a sus devotos arandinos.
Aranda de Duero, tierra de vinos
Aranda, es una de las ciudades más importantes de la comarca de la Ribera del Duero. Cuenta con más de 30.000 habitantes y se sitúa en la provincia de Burgos, dentro de la comunidad autónoma de Castilla y León. Se caracteriza por ser una tierra próspera por sus exquisitos vinos con denominación de origen Ribera del Duero y por tener reconocidas bodegas con un interés turístico de alcance internacional. A esto se suma también la extensa herencia monumental con la que cuenta, destacando la ermita de la Virgen de las Viñas, la iglesia de Santa María y el Palacio de los Berdugo. Además, los arandinos no sólo disfrutan de excelentes vinos, también de una gastronomía única. El cordero asado es un plato fundamental en toda la comarca, sobre todo el elaborado en horno de leña, al estilo tradicional. Los principales festejos, tienen lugar el primer fin de semana de septiembre, en conmemoración de las fiestas patronales de la Virgen de las Viñas. La festividad es el 8 de septiembre, día en el que se realiza la tradicional ofrenda floral a la patrona y bajada de los toros por las peñas. En Aranda es posible disfrutar de la tranquilidad de un entorno rural y la herencia histórica de la España medieval.
El guardarropa de la Virgen
Vestidos, ese es el regalo fundamental con el que cuenta la patrona de la localidad arandina. Teniendo en cuenta que la mayoría de los donativos se realizaron en periodos donde la enfermedad y la sequía marcaban la vida de los ciudadanos, se puede llegar a la conclusión de que era la manera más común de agradecer a la Virgen su protección. Eso sí, los vestidos resultan muy costosos y por esto, en innumerables ocasiones, las familias se unían para poder alcanzar el presupuesto necesario para confeccionar el regalo. Actualmente la Virgen cuenta con veintinueve vestidos, los cuales se van alternando según festividades concretas, donde cuatro camareras –encargadas de vestir a la Virgen- desarrollan la labor desde el respeto y la admiración. Coronas, medallas, cálices y todo tipo de orfebrería son otros de los regalos más comunes que se le ofrecen a la patrona. No obstante, esta tradición va en declive ya que la juventud no se muestra tan devota como hace unos años.
ENTREVISTA: LUCIANO ROMERA PASCUAL
Presidente durante cuarenta y cuatro años de la Cofradía de la Virgen de las Viñas
“No creo en eso de las leyendas, no tiene demasiado fundamento”
Toda una vida dedicada a la patrona de su localidad, es la mejor definición para Luciano Romera. Cuarenta y cuatro años ostentando el cargo de presidente dentro de la Cofradía, le parecen suficientes, y hace algunos meses ha decidido pasar el relevo a su sustituto. No obstante, los valora como años inolvidables y por esto, seguirá formando parte de la Cofradía hasta que “la salud se lo permita”.
Él mismo nos confiesa que una de las novedades con la que va a contar el santuario es con la creación de un museo donde se expondrán gran parte de los donativos con los que cuenta la Virgen. Cálices, vestidos, coronas, medallas y todo tipo de orfebrería estarán permanentemente expuestos para deleite de los interesados. De todos modos, Luciano apunta “no ha sido una cofradía con muchos donativos, pero la gente contribuye en la medida que puede y eso se agradece”.
También quiso sumarse a la polémica con los horarios de apertura y cierre del santuario explicando que “eso no puede ser, ni que esté esta ermitaña u otra. Ahora no hay quien permanezca catorce horas en el trabajo.
En cuanto a la celebración del setenta y cinco aniversario de la cofradía, se han desarrollando multitud de actos para toda la población arandina. Ante esto, Luciano se muestra contundente “no ha acudido tanta gente como la que esperábamos, pero de todos modos, lo de las cofradías está en declive”. Una idea que fácilmente podemos relacionar con la falta de respeto por la tradición, “la gente joven no sube a la ermita, la edad media en todos los actos o celebraciones religiosas es de treinta años-incide-. Y sobre todo mujeres”. Pero Luciano lo tiene claro: “antes la gente mayor apuntaba a toda la familia y ahora el problema más difícil de solucionar es el modo de renovar la Cofradía.
CUESTIÓN DE LEYENDA
► La Aparición
Cuenta la leyenda que en Quintanilla de las Viñas, pueblo también de la provincia de Burgos, existía una advocación mariana en honor a la Virgen de Lara o de las Viñas. Ante la invasión musulmana, algunos de los ciudadanos huyen con la imagen que veneraban refugiándose en las proximidades del Duero para de éste modo, poder defender a su protectora. Años después, la Virgen se aparece a un labrador vecino de Aranda mientras realizaba labores en su viña del monte Costaján, para decirle dónde se encontraba escondida la imagen y pidiéndole que la recuperasen para darla culto en la ermita que la deberían construir. Como en Aranda no se creían lo que contaba este labriego, la Virgen, le proporciona un racimo en época en que todavía no habían madurado las uvas. Los habitantes deciden desplazase hasta el lugar para comprobar el hecho del florecimiento de la cepa, siendo desenterrada la imagen de Santa María de Lara ante el asombro general; trasladada la imagen hasta la villa, se comenzó a dar culto en la iglesia de Santa María hasta que se construyó una pequeña ermita en el lugar de la aparición, donde continúa hasta nuestros días.